Durante todo mi caminar cristiano con Dios, como el buen Padre que Él es, Dios ha hablado verdad sobre mi vida. Me ha enseñado y edificado para que pueda parecerme más a Él. Por mi vagancia e ignorancia, cuando escucho Su voz, disfruto sus palabras en el momento, y luego la dejo perderse en el mismo viento en el que vino. En este momento de mi vida estoy realizando lo malo que he sido cuidando y compartiendo Sus palabras llenas de vida. Es por eso que este último mes Dios me motivó a implementar un nuevo hábito. Compré un pequeño diario que me cabe en la bolsa de atrás de mis pantalones y así lo puedo llevar conmigo a todas partes, de manera que cuando me llegan Sus palabras estoy listo para guardarlas, para luego poderlas meditar y compartir.

Les cuento un poquito más sobre esto, para que puedan entender cómo funciona mi mente y cómo se relaciona y se comunica con Dios. Cuando digo que Dios está hablando conmigo, me refiero a pensamientos pasajeros que contienen una enseñanza profunda o una nueva perspectiva, que reta el punto de vista común de la sociedad y que puede ofrecer vida, libertad e inspiración a quien quiera poner atención. También puede ser una imagen o ejemplo que noto en la naturaleza o en una circunstancia específica que revela y conecta en muchos niveles diferentes con una verdad o dinámica espiritual. Por fe atribuyo esos pensamientos a Dios y porque entiendo la naturaleza de nuestra relación y mi incapacidad de pensar estas cosas por mí mismo.

A continuación comparto con ustedes algunos de esos pensamientos que me han llegado en el último par de semanas. No todos vienen de mi mente, porque no siempre Dios me habla a través de mis propios pensamientos. A veces también me habla a través de otras personas y sus pensamientos o puntos de vista. Tengo la esperanza de que al menos uno de ellos tenga en ustedes una impresión duradera, traiga bendición a sus vidas, y los motive a buscarlo a Él y a esa vida más grande que Él ofrece a quienes le creen.

– La mayoría de las veces, el conocimiento precede al entendimiento, y el entendimiento precede a la acción. Pero sin acción y experimentación, nuestra curiosidad por el conocimiento (el poder descubrir las preguntas correctas que debemos plantearnos) se atrofia y se estanca. Si esto ocurre, entramos en un círculo vicioso que nos previene de crecer y alcanzar nuestra plenitud, y ese entendimiento nuevo y más profundo se hace casi imposible de alcanzar.

– Los hambrientos serán alimentados y los sedientos calmarán su sed. De forma agresiva nos apropiamos del Reino de Dios, sus realidades y sus promesas. Estamos suficientemente hambrientos? Somos suficientemente activos? Estamos suficientemente desesperados? O estamos más bien satisfechos con nosotros mismos? Estamos cómodos con lo que tenemos y ya hemos recibido todo lo que queríamos y esperábamos? Si lo estamos, estamos ignorando todo lo que Dios nos ha ofrecido en Cristo, y nos hemos conformado con vivir una vida terrenal y temporal, cuando podríamos alcanzar una vida celestial y eterna.

– Dios es nuestro Papá. Él disfruta demasiado de vernos libres para ser nosotros mismos y pasarla bien con Él. Cuando nos invita a gritar con todas nuestras fuerzas, también debemos de hacerlo con Él, rompiendo con todo lo que nos impide hacerlo! Si nos invita a reír, a ponerle un alto a cada preocupación y hacerla a un lado, aceptamos esa invitación. Si hacemos el propósito de permitir perdernos a nosotros mismos para siguirlo y unirnos con Él en lo que nos invita a hacer, vamos a poder disfrutar cada vez de una forma nueva Su amor por nosotros, y participar de Su corazón lleno de gozo.

– Recibimos la paz del Señor para que podamos ir a países en guerra y/o adentrarnos en circunstancias conflictivas que necesitan resolución y alivio. Recibimos la esperanza y la alegría del Señor para que podamos acercarnos activamente a individuos, familias y comunidades donde hay dolor y desesperanza, que necesitan esa esperanza y alegría. Lo que recibimos de Dios (financiera, emocional y espiritualmente) no es solo para que lo disfrutemos y acumulemos sino que debe ser abierta y activamente compartido para el crecimiento del Reino de Dios en esta tierra. Si no lo hacemos, estamos ignorando y perdiéndonos de Su infinita capacidad de proveer y de Su enorme deseo de hacerlo.

– Para tener autoridad, uno necesita estar bajo autoridad. La autoridad se nos tiene que ser dada por un superior. Si no hay nadie sobre nosotros, y aún así reclamámos tener autoridad, solo somos locos engreídos. Nuestro Papá es nuestra máxima autoridad pero es solo cuando lo reconocemos como tal y lo obedecemos que podemos recibir esa misma autoridad que Él nos da para vivir sobre esta tierra como Jesús lo hizo.

– En algunas épocas de la vida, Dios se mantiene en silencio para que nos acerquemos más a Él. Lo hace para motivarnos a buscarlo. Como un Papá amoroso que juega escondido con sus hijos, Él se esconde en lugares increíbles y divertidos, para que cuando lo encontremos nos sintamos sorprendidos y felices con lo que nos quería enseñar.

– Cuando enfocamos nuestros pensamientos y emociones en cosas terrenales, cosechamos los frutos terrenales (miedos, preocupaciones, culpa, vergüenza, desesperación, etc) pero cuando ponemos nuestros ojos en cosas celestiales, cosechamos los frutos celestiales que nuestro espíritu necesita para buscar y estar en comunión con nuestro Papá y para seguir sus caminos.

– Cuando existe una necesidad, nuestro Papá siempre nos va a ofrecer una semilla que con el tiempo va a proveer la cosecha necesaria para satisfacerla y cubrirla abundantemente. Somos llamados a ser sembradores y labradores que enseñen a la gente a nuestro alrededor a sembrar y cosechar, en lugar de ser simples distribuidores y proveedores, haciendo que dependan de nosotros en lugar de depender de nuestro Papá.

Espero que los hayan disfrutado! Cuéntenme si alguno de estos pensamientos les llegó, o si no están de acuerdo con alguno de ellos! 😉