Me acuerdo que cuando era pequeño, de vez en cuando el cuerpo me dolía porque mis huesos estaban estirándose dentro de mí más rápidamente que lo que mi piel les permitía hacerlo. Me dolía caminar, acostarme… era como un dolor profundo, fuerte y silencioso.
La peor parte era que no tenía ningún control sobre ese dolor. Iba y venía cuando quería y no había nada que yo pudiera hacer para aliviarlo. Creo que esta es una buena analogía de cómo ha sido mi primer mes y medio en el World Race.
En Cambodia, crecí en el área de abandono, porque tuve que dejar atrás la mayoría de las comodidades y libertades que siempre di por sentadas. Dormir en el piso, estar sudado todo el día y cocinar tres veces al día la misma comida día tras día, fueron para mí los retos más grandes.
Rendirme a la vida en comunidad y ofrecerme a hacer el trabajo que ya Dios estaba haciendo ahí también significaba que tenía que entregar mi tiempo, energía y emociones. De la misma forma, tuve que entregar mis expectativas de cómo todo debería funcionar y cómo las cosas se deberían ver. Los tiempos y las formas de Dios son diferentes y más elevadas que los nuestros, y me tocó someterme a ellos. A pesar de que esto era algo que yo anhelaba hacer, cuando llegó el momento de convertirlo en realidad, fue mucho más difícil de lo que me esperaba.
Durante este tiempo mi fe fue estirada de gran manera. Estar en Cambodia y Tailandia trabajando en diferentes ministerios me ha permitido ver todo lo que está fuera de lugar y todo lo que no se asemeja a lo que Dios esperaba que fuera.
Dios nunca quiso que la gente fuera traficada como esclavos sexuales para la prostitución. Nunca quiso que la gente viviera en pobreza y fuera olvidada por el resto de la sociedad. Nunca quiso que los niños crecieran sin papás y mamás a su lado que los amaran y protegieran. Nunca quiso que la enfermedad invadiera Su creación.
Nada de esto existe en Su creación original y no podemos imaginarnos esto en nuestra percepción de cómo es el Cielo. También he podido ver todo el trabajo que toma el restablecer estas situaciones a su lugar correcto, y mi incapacidad de hacer algo para lograrlo. Ambos puntos de vista me obligan a confiar en Dios y en Su bondad. Él siempre va a ser el que brinde la restauración necesaria y en el proceso nos hace ver que nuestro propósito en esta vida es permitirnos ser parte de sus planes perfectos.
Mi entendimiento se ha estirado y ha sido retado, ya que la mayoría del tiempo no logro ver ni entender el impacto de mis acciones desde esa perspectiva más grande que solo Dios ve. Aceptar mi falta de entendimiento de las cosas y ser humilde ante Él que todo lo sabe es tal vez lo más difícil que me ha tocado hacer, pero es precisamente aquí que nace la confianza. La batalla sigue y es dura, pero he escogido pelearla y no rendirme.
Mi percepción del amor también se ha estirado desde que comencé este viaje. He descubierto que el amor más profundo se encuentra fuera de los límites de nuestra comodidad. He logrado encontrar el amor en una cancha de futbol inundada donde jugábamos con niños de todas las edades hasta quedar completamente embarrialados desde los pies hasta la cabeza. Encontré amor comiendo cosas que no quería comer en una mesa donde no entendía una palabra del idioma que se hablaba. Encontré amor sentándome en la banca de un parque y hablando con una señora con dientes totalmente negros y uñas exageradamente largas. Encontré amor en todos los esfuerzos que la gente a mi alrededor ha hecho tratando de enseñarme su idioma. El amor es una de las partes más fundamentales de nuestra fe y me ha ayudado muchísimo a ver las cosas desde una perspectiva más pura y verdadera.
A través de todas estas experiencias, me he sentido como ese niño que quiere ser adulto para poder hacer todo tipo de cosas, pero que se olvida de que crecer toma tiempo y a veces también dolor y sufrimiento.
Siento que todo este viaje va a ser así, y que no voy a ser capaz de ver cuánto he crecido hasta el puro final. Así que quiero disfrutar el proceso en vez de enfocarme en una meta que aún no he alcanzado.
Quiero celebrar todo lo que Dios ya ha hecho, y todo lo va a hacer. Porque sé que Él es bueno y que me ama. Su propósito para mi vida se va cumpliendo aún mientras aquí estoy escribiendo…