Era nuestro tercer dia de ministerio y lucia igual que el primero: caminar por 50 minutos hasta puntezuela, ir casa por casa tratando de iniciar conversaciones, hacer amigos, orar por las personas, intercambiar historias, invitarlas a la iglesia.
Mientras caminaba hacia el vecindario me aterraba pensar que la monotonia del mes me agotaria antes de tiempo… la verdad es que imaginaba que este primer mes seria mucho mas arriesgado, loco y desafiante. Hasta ese momento todo se sentia tan normal que me daba miedo.
Hasta que escuche la oracion de un haitiano.
Todo empezo cuando estabamos caminando una vez mas por la misma calle, encontramos en una esquina una familia que estaba terminando de preparar todo para una fiesta anual familiar. Olia delicioso, las mesas estaban en la pista, listas para recibir mucha gente y las risas resonaban en el interior de la casa. Una seniora nos invito a sentarnos y nos pusimos a conversar. Mientras todos reian y la pasaban bien bajo la proteccion de la sombra, habia un haitiano trabajando en la construccion del costado. Su frente baniada en sudor y sus pies descalzos en el suelo pedregozo no eran mas impactantes que sus ojjos exhaustos.
lo mire, me miro… creo que noto la impotencia que sentia al no poder invitarlo a unirse a la fiesta (como invitada no podia tomarme ese atrevimiento, mucho menos sabiendo que el era haitiano y la fiesta de dominicanos! ellos usualmente no se llevan nada bien). Me sonrio y pude sentir como con sus ojos me decia “no te preocupes, estoy acostumbrado”. Parecia que nadie mas se daba cuenta de su presencia.
Como se sentira ser diariamente ignorado? como se sentira ver la alegria y abundancia de aquellos que pueden disfrutar de la sombra mientras el trabaja bajo el calor del medio dia para conseguir el alimento diario?
Despues de conversar un rato con la familia dominicana nos despedimos y nos acercamos donde el haitiano. despues de romper el hielo le preguntamos: imagina que tienes a Dios aqui frente a ti, que le pedirias?
Estaba lista para escuchar una triste historia, estaba lista para orar por un milagro o dar un abrazo de consuelo. Pero definitivamente no estaba lista para escuchar su respuesta:
“No le pediria nada. Yo solo tengo palabras de agradecimiento por todo lo que me da cada dia. EL murio por mi en la cruz y eso me hace feliz. Yo solo quiero decir gracias. No necesito nada mas, solo Jesus”
Oramos juntos agradeciendo a Dios y seguimos nuestro camino. Lo dejamos trabajando, cargando pesados baldes de piedras, sonriendo de oreja a oreja, respirando paz y esperanza.
Espero algun dia ser como ese haitiano, tan agradecido y fiel.
Gracias Dios por esta maravillosa oportunidad que nos has dado de tener un mes entero para conocer personas fabulosas con historias inolvidables. Gracias porque transformas nuestros dias ordinarios en experiencias extraordinarias.
Gracias porque este mes no tiene nada de monotono. No puedo imaginar que mas tienes preparado para nosotros!!
