English
Five months already on the mission field. Five long months, in which sometimes I begin to think about all the experiences that I have lived. It feels that I’ve been here more than a year. There are so many people that I had the privilege of knowing, so many lives that have accepted Christ and so many adventures. At the same time, I started thinking about what my life would be like if I was at home and that gives me a little bit of melancholy.
If I was at home I could have an excellent job, earn a lot of money, and buy everything I wanted, and in addition getting out of a few debts. Maybe I would be studying, getting my PhD or another professional certification. I could be working at starting my own company, with a vision of an empire. I could have fame and a good name as a photographer. I could be continuing my project of modeling photographer, and reach that level of being surrounded by the most beautiful girls of my country, earning a lot of money doing something I love. I wouldn’t miss family reunions, or the birth of my first niece. I could be starting some relationships with the purpose of marriage, ignoring how unhealthy it would be.
If I was at home, I could continue the war against the Church. I could be debating with any Christian about what is wrong with the Church that he or she congregates and get to the point of debating the existence of God. I would have anger camouflaged in philosophy and make everyone see that I was always right.
I would be creating new strategies of how to manipulate people to get everything I wanted. Maybe I’d be saving money to go somewhere on vacation, have some momentary excitement and go home to continue my routine. I surely would be hugging my dog, my parents but at the same time be frustrated with them for simple reasons.
These thoughts have been in my head for several months on the race; how would my life be? Would I be happy with it? Probably not, and surely, I would have a lot of troubles.
Month after month, on the World Race I’ve been in situations that I had to sat down and think seriously if this is really for me. Life as a missionary is practically new. It’s been already 8 years since that February 22, 2008 when I first felt the holy spirit and the conviction of sin. In those 8 years, I’ve lived two lives most of the time and not a Christian life of integrity.
Then here I am, traveling the world preaching the gospel. Sometimes feeling that God made a mistake in choosing me for something so great. During these last 5 months, I had huge frustrations, I cried, I got angry. I wanted to take a plane and go home, until the moment that I remembered who I really am and my purpose in this mission.
Never in my life as a Christian have I experienced such spiritual growth so fast. I used to recognize the voice of God when I was in those moments of first love with Christ, close to my conversion to Christianity. At home when I begin to fall away from Christ, I forget to recognize my father’s voice. Here on the World Race I’ve began to listen to His beautiful voice again and believe me, right now that is the only thing that I want to hear.
Life in community has not been easy. I’ve been with people that if I had met them at home, I would have kept them out of my life as soon and as far as possible. Here on the race I don’t have that option. Therefore, I have acquired patience and learned to invest time in people instead of fleeing.
The sensitivity for people in need has grown a lot in me. It is impossible for me to ignore the fact that there is someone suffering, even if it is a little, I can help them. My talents and abilities have been multiplied and the most exciting thing, this time it is to honor the kingdom of heaven and expand the gospel.
From Lesotho’s mountains, Swaziland’s dust, Jeffery’s bay beach in South Africa, the traffic and noise of Vietnam and the Cambodian swamp, God has been creating his perfect plan in my life. The person who writes this blog today is not the same one that came from Puerto Rico 5 months ago. His interests have changed and his life has improved. I was passionate about everything I did at home, including the impropriety. Giving up my passions, could be seen as the worst decision of my life, giving up all that I was. The reality is that I made the worst decision of my life, the one that hurts, the one that broke my soul. I made a decision that will determine the rest of my days, a decision that shapes my true identity that comes from Christ. I made a decision to love and although it seems like the worst decision I’ve made, if I went back in time, I would do it all over again.
Español
Cinco meses ya en el campo misionero. Cinco largos meses en el que a veces me pongo a pensar sobre todas las experiencias que aquí he vivido y pareciera como si hubiese pasado un año o más. Son tantas las personas que he tenido el privilegio de conocer, tantas las vidas que han aceptado a Cristo, tantas aventuras. Pero a la vez me he puesto a pensar como sería mi vida si estuviese en casa y me da un poco de melancolía.
Si estuviese en casa podría tener un excelente trabajo, ganar mucho dinero y comprar todo lo que quisiera, más en adición metiéndome en muchas deudas. Quizá estuviese estudiando, logrando obtener mi PhD o una que otra certificación profesional. Podría estar trabajando en el comienzo de mi compañía, con visión de imperio. Podría tener fama y buen nombre como fotógrafo. Haber continuado con mi proyecto de fotógrafo de modelaje, al nivel de estar rodeado de las mujeres más hermosas de mi país, más estar ganando mucho dinero a pesar de que fuese un hobbie. No me perdería las fiestas de familia, ni el nacimiento de mi primera sobrina. Podría estar comenzando alguna relación de noviazgo con visión de casarme, sin pensar cuan saludable o dañina fuese esta.
Si estuviese en casa, podría seguir con la guerra que tenía en contra de la iglesia y de la manera que esta se mueve. Podría estar debatiendo con cualquier cristiano, sobre todo lo que está mal en cuanto al sitio que se congrega y llegar al punto de debatir sobre la existencia de Dios. Tendría un coraje en camuflaje de filosofía y hacer ver a todo el mundo que yo si tengo la razón. Estaría creando nuevas estrategias de como manipular personas para conseguir todo lo que quisiera. A lo mejor estaría guardando dinero para irme de vacaciones a alguna parte, tener alguna emoción momentánea y volver a casa para continuar con la rutina. De seguro estaría abrazando a mi perro, a mis padres y a la vez frustrándome por cualquier cosa con ellos.
Ese pensamiento ha pasado por mi cabeza por varios meses, ¿cómo sería mi vida? ¿Sería feliz con esto? Probablemente no y de seguro estaría metido en muchos problemas.
Mes tras mes, en el World Race he estado en situaciones las cuales me he sentado a pensar seriamente si realmente esto es para mí. La vida como misionero es algo prácticamente nuevo. Ya son 8 años desde ese 22 de febrero de 2008 en el que sentí por primera vez el espíritu santo y tuve convicción de pecado. En esos 8 años he vivido la mayoría del tiempo en dos aguas y no una vida de cristiano en integridad.
Entonces me encuentro aquí, viajando el mundo predicando el evangelio. Sintiendo a veces que Dios se equivocó al elegirme a mí para algo tan grande. Durante estos últimos 5 meses he tenido frustraciones enormes, he llorado, me he enojado, he querido tomar un avión y volver a casa. Hasta que llego a ese momento en que recuerdo quien realmente soy y mi propósito en esta misión.
Nunca antes en mi vida como cristiano había experimentado un crecimiento espiritual tan aligerado. Solía reconocer la voz de Dios cuando estaba en esos momentos del primer amor, cercano a mi conversión al cristianismo. Desde que comencé a desenfocarme, olvidé a reconocer la voz de mi padre. Aquí en el World Race he vuelto a oír su hermosa voz y créeme ahora mismo es lo único que quiero escuchar.
La vida en comunidad no ha sido nada fácil. He estado con personas las cuales, si las hubiese conocido en casa, los hubiera alejado de mi vida lo antes y lejos posible. Aquí no tengo esa opción, por lo tanto, he adquirido paciencia más he aprendido a invertir tiempo en las personas en vez de huir.
La sensibilidad hacia las personas en necesidad ha crecido mucho en mí. Ya se me hace imposible ignorar que hay alguien sufriendo y que, aunque fuese con poco, yo puedo ayudarle. Mis talentos y habilidades se han multiplicado y lo más emocionantes, es que esta vez es para honrar el reino de los cielos y expandir el evangelio.
Desde las montañas de Lesoto, el polvo de Suazilandia, la playa de Jeffrey’s bay en Sudáfrica, el tráfico y ruido de motoras de Vietnam y el pantano de Camboya, se ha ido creando el plan perfecto de Dios en mi vida. Esta persona que escribe hoy este blog no es el mismo del que vino de Puerto Rico. Sus intereses han cambiado, su vida ha mejorado. Me apasionaba todo lo que hacía en casa, incluyendo lo indebido. Renunciar a mis pasiones, podría verse como la peor decisión de mi vida, renunciar a lo que yo era. La realidad es que tomé la peor decisión de mi vida, esa que duele, esa que quebranta el alma. Tome la decisión que determinaría el resto de mis días. Tome la decisión que plasma mi verdadera identidad la cual viene de Cristo. Tome la una decisión de amor y aunque parezca como si fuese la peor decisión que he tomado, si le diera atrás al tiempo, volvería a tomar ese riesgo.
