Luego de 27 horas de viaje, llegamos a Preah Vihear. Llegamos a un terreno donde había  una iglesia pequeña, dos cuartos, un comedor y una cocina; pero lo que nos estaba esperando era lo mejor: ¡30 niños sonriendo y diciendo “hello”!

Aun cuando el cansancio nos estaba invadiendo el cuerpo, nos vestimos de una sonrisa y buena actitud para bajarnos de la microbús. Saludamos a los niños y tuvimos cena… la comida es bastante diferente y creo que ha sido uno de mis retos durante este tiempo fuera de casa. Tomamos un baño y no sé de donde saque fuerzas para ver una película en mi tienda de campaña con una de mis compañeras: Denise. Dios me ha enseñado que el pasar tiempo con la gente me hace mejor persona, me hace construir relaciones, algo que se me había complicado por mucho tiempo, al menos con mujeres.

Una vez introducido Camboya, quiero contarles lo que hemos estado haciendo y lo que ha estado quebrantando mi corazón.

Cuando uno ve la necesidad que existe en estos lugares, se da cuenta que muchas veces lo que uno llama “necesidad”, no es más que una necesidad creada y no justificada. Muchas veces hacemos drama de lo que nos falta y no vemos lo dichosos que somos por tener lo que tenemos. Es hoy que digo que no me arrepiento de haber vendido mi carro para poder estar acá hoy y estar aprendiendo y viviendo lo que estoy viviendo. Lo que mis ojos han podido ver en estas semanas atrás en Tailandia y ahora en Camboya (más pobre que Tailandia, al menos en el lugar donde estoy), no lo comprende mi mente y mi corazón realmente se arruga. No logro ver como algo normal que los niños pierdan sus dientes por no tener acceso a un cepillo de dientes y pasta dental, tampoco logro ver normal que una niña de 6 años tenga liendres en toda su cabellera y nadie haga algo al respecto, no logro ver normal que un niño sea abandonado por su familia o se utilice como medio de pago para obtener algo en beneficio propio. Creo que Dios nos ha llamado a AMAR, a HACER.

La iglesia debe reaccionar, el cuerpo de Cristo debe ser uno. Hace pocos días leía en Hechos, como los cristianos vendían sus bienes para que fueran repartidos EN PARTES IGUALES entre todos los creyentes, y no comprendo en qué momento perdimos eso, en qué momento decidimos colocar como prioridad nuestra vanidad ante la necesidad básica del hermano que realmente está necesitado.

Dios ha colocado sueños y planes en mí que espero llegar a cumplir algún día. Me gustaría ayudar, me gustaría sentir que lo que estoy haciendo trasciende más allá de mis cuatro paredes y alcanza la vida de alguien más, permitiéndome compartir la salvación de Cristo y ayudando a cubrir sus necesidades con esfuerzo.

Por ahora, lo que puedo dejar es amor, felicidad, servicio, honestidad, humildad, mansedumbre, gozo, paz…y todo lo que por medio del Espíritu Santo he llegado a tener; pero QUIERO MÁS, QUIERO MÁS DE DIOS EN MI PAÍS , QUIERO MÁS DE DIOS EN ESTE MUNDO.

Las personas que nos están hospedando, tienen 32 años el pastor Soli y su esposa tiene 27 años; ambos junto con dos familiares administran este ministerio de ser un orfanato para 30 niños, tienen una iglesia y tienen el sueño de crear una escuela. Definitivamente son un ejemplo a mi vida. Nunca se es demasiado joven para hacerlo y nunca se tiene demasiado poco como para no hacer nada.

Hemos estado realizando escuelitas con los niños, en la mañana y la tarde; y hemos ido a orar a las casas de los creyentes (los cuales tienen un testimonio de sanidad ¡enorme!) en las aldeas. Dios tiene un proyecto enorme con Preah Vihear, lo sé y lo veo. Les agradezco estén orando por todos y que Dios expanda su obra en este lugar. Igualmente por los proyectos de construcción de un nuevo orfanato y una escuela.

Pueden ver parte de su ministerio en Facebook: https://www.facebook.com/soly.cocm?fref=ts#

¡Dios los bendiga enormemente!