Durante el training, tuvimos tiempos de comunión, de enseñanza y sobre todo de confrontación con Dios.
Quiero contar un poco de mi testimonio. Si algo he aprendido en la vida y recordado durante este tiempo de entrenamiento es que los sufrimientos y dolores de la vida de cada uno, sirven para que ayudemos a otros.
A mis 7 años, mi papá se fue de la casa, a formar otra familia. Fue una etapa bastante difícil en la que no lograba entender que mi papá nos hubiera abandonado, sentía que había hecho algo mal o que no éramos suficiente para él como para que tuviera que buscar algo más. Pasaron muchos años y dejé florecer el rencor en mi corazón y además había formado un vacío de amor en mi vida.
Una vez, cuando tenía como 16 o 17 años, escuché un comentario de un ser amado que me dijo: “Por ser como sos, vas a quedarte sola por siempre” Esas palabras y mi vacío de amor, las fortalecí y dejé que hicieran estragos en mi vida. Y fui yo quien escogió llenar ese vacío a mi manera y sin percatarme que era esa la raíz de lo que estaba haciendo.
Desde los 17 años empecé a tener relaciones de noviazgo no sanas, en donde el tener relaciones sexuales era parte de… Aun cuando sabía que no era lo correcto, quería satisfacer en todas las áreas a la persona con la que estaba y llenar a mi manera el vacío de amor que no había sanado.
De hecho llegué a tener una pareja con la que pasé toda clase de abusos, desde el verbal hasta el que me quisiera forzar a tener relaciones sexuales con él, porque había pagado una habitación para eso.
En fin… llegué a contar hasta 10. 10 hombres habían pasado por mi vida y ninguno al día de hoy me ama, o forma parte de mi vida. Ninguno de ellos llegó a llenar lo que había dejado formarse.
El contar esto, puede que sea vergonzoso, pero cuando las cosas se traen a la luz, las tinieblas no pueden apoderarse de tu mente, corazón y presente. Cuando las cosas se traen a la luz, te das cuenta que sos un hijo de la luz y que no hay poder del pasado en el propósito que Dios te ha entregado.
¿He llorado? ¡Sí! Pero es genial que en este momento que estoy escribiendo lo que he pasado, no hay dolor en mí, no hay rencor en mí, no hay vacíos en mí, porque Dios me ha redimido al yo pedir perdón.
Antes vivía en como en una cacería de hombres, jejeje… estaba con ellos no porque quisiera estar con ellos, sino porque ellos querían estar conmigo y así sentía aceptación y que era lo que ese hombre buscaba.
Ahora, puedo decir “que Dios me ha cazado a mí”… que es él quien me enamora, quien me llena de amor para dar a los demás, él es el papá que nunca tuve de pequeña, él es quien ahora enseña a mi papá poco a poco a mostrarse como un papá para mí, y cuando algo sucede que no me agrada, solamente me doy cuenta que él está aprendiendo.
Ya tengo más de 14 meses sin tener relaciones sexuales con nadie. Y es de las mejores cosas que me han pasado, de las mejores decisiones que he tomado. Y Dios todo lo premia jejeje… o bendice mi vida. Yo veo lo que estoy viviendo como un regalo. Dios me regaló la oportunidad de hacer las cosas bien, diferentes y como se debe. Me regaló un novio que ama más a Dios que a mí; y eso fue justo lo que me enamoró y me hizo darme cuenta que el amor de Dios es gigante, que tengo un Dios que no se cansa de mí, que no se rinde en mí, que piensa que soy preciosa, que me llama su hija, que me permite servirle aun con todo lo que he hecho y me ha sucedido. Ahora puedo soñar con un matrimonio fundamentado en el amor de Cristo, donde el divorcio no es una opción para mi relación.
Que no existe pecado grande como para que no sea perdonado, y sí…sí tuve mis consecuencias y creo que todavía vivo algunas; pero vivir el perdón de Dios en mi vida en increíble y parte de lo mejor es saber que el perdón también está en mis manos, y que si debo perdonar mil veces, lo voy a hacer, porque él me ha perdonado y amado primero.
Dios es fiel y su misericordia alcanza todos los niveles, sin importar el pasado o el presente… al final, una vez que estamos en sus manos, somos transformados.
