“Por eso, que nadie se sienta seguro de que no va a pecar, pues puede ser el primero en hacerlo.”

1 Corintios 10: 12

Estar en el séptimo mes de Worldrace, se puede volver una locura y un reto que no se sabe si se va a salir de él.
Al estar en el séptimo mes, todo lo que viene parece estar tan cerca, parece que todo se está acabando y que pronto va a llegar el momento de volver a casa, tu tierra, no la casa en la que has vivido por un mes y luego cambia.
A veces puede ser que uno se sienta listo para volver a casa, para terminar este viaje. Se siente como que ya Dios ha terminado de moldearte en esta jornada y que se está listo para enfrentar el mundo. Que ya sos ese ser que Dios formó en su mente en un principio cuando naciste.
El cansancio físico, emocional y espiritual empieza a ser notable.
Es como que tu cuerpo te grita: ¡quiero volver, ya estoy listo!

Y claro, hay cosas estupendas esperándote en casa, como: mi familia, mi novio, mis amig@s, mi iglesia, mi idioma, mi cama, ropa que huele y se siente limpia, un baño que de seguro puedo usar y está limpio, mis paisajes favoritos…¿cómo no desear estar de regreso?
Pero es acá donde el hacer un alto en tu vida es lo más importante, porque en realidad cuando se piensa que se está listo, es cuando Dios te muestra que debe volverte a quebrar; que ese alabastro funcionó para el perfume que ya se acabó, pero que ahora toca moldear otro diferente para colocar una nueva fragancia, una más costosa.

A los siete meses de estar en Worldrace podés optar por conformarte con lo que has llegado a ser, o podés decidir seguir caminando por donde Dios te ha mandado a andar. No es fácil. Muchas veces duele. Muchas veces se siente que no se tienen las respuestas. Muchas veces se siente que se está sólo aún cuando se está rodeado de gente las 24 horas del día (literalmente).
Pero el Reino de los Cielos solamente es arrebatado por valientes, por personas que toman el riesgo de no conformarse con lo que se les ha dado y salen en busca de más presencia del Padre en sus vidas.
Darme cuenta que el orgullo es un área que debo seguir trabajando no es fácil (un círculo vicioso jajaja), tener que reconocer tu orgullo, tus faltas y las cosas con las que se lucha no siempre se hace sencillo. 
Reconocer que pierdo el gozo por darle cabida a mentiras que el enemigo ha colocado en mi mente, es un reto, me hace enfocarme y recordarme que debo permitirme equivocarme, ser desordenada y poder no saber hacer cosas en esta vida.
Pensar que no soy suficiente para un puesto importante, que hay algo malo en mí, no son cosas que provengan de quien me creó y forma día a día.
Y es acá donde el reconocimiento de lo que pasa en tu vida, te hace romper en lágrimas.

Creame que una vez que su corazón ha sido quebrantado, su Salvador va a entrar en acción y la remodelación espiritual y emocional en su vida van a ser sorprendentes.
A los siete meses de este viaje, vas a tener la opción de conformarte, de cruzarte de brazos y piernas, de dejar que el cansancio te inunde, o podés decidir seguir a Cristo con toda tu alma, cuerpo y mente aun cuando tus ojos deban inundarse de dolor de vez en cuando.
Porque sabés que el morir a vos mismo es ganancia, ya que podés de esta forma vivir para Cristo.

 

Gabi,