Sé que no planeaste enamorarte y tener un hijo a los 21 años. Sé que no planeaste en tu mente, más sí en tu corazón, tener 4 hijos. Sé que no esperabas que fuera una mujer tu cuarto hijo. Sé que no planeaste sufrir un divorcio a los 35 años de edad. Sé que no planeaste ser abuela a los 45 años de edad. Sé que no cumpliste algunos sueños que tenías ya que no planeaste lo que acabo de mencionar. Sé que no planeaste estar donde estás ahora.
A mis 7 años, te convertiste en mi rival por mi poco entendimiento de lo que había pasado con papá. No comprendía lo que estaba sucediendo y las decisiones que se estaban tomando. Muchas veces te traté mal por el resentimiento que tenía hacia papá y lo que hacía era reflejarlo en vos. Sufrí de depresiones y actúe violentamente cuando vos lo único que hacías era abrazarme y amarme a más no poder a pesar de lo que pudiera estar saliendo de mi corazón en ese momento.
Recuerdo que cada mañana te levantabas a las cuatro de la mañana a hacer ejercicio y luego a alistarnos las meriendas y almuerzos para la escuela. Siempre planeabas alistar algo diferente y te volvías artista pensando en qué cocinar para que no devolviéramos la lonchera tal y como la habías mandado. La buseta llegaba por Ile y por mí bien temprano para llevarnos a la escuela. Salías al trabajo. Al llegar a la casa te esperaban 4 hijos por atender. No sé de dónde sacaste las fuerzas para cada día hacer lo mismo y procurar nuestra felicidad y que nuestras necesidades fueran satisfechas.
Algunos de nosotros te sacamos más canas que otros, pero todos aprendimos a amarte de una forma distinta que tu solo corazón conoce.
Siempre te esforzarte y preferiste suplir nuestros deseos y caprichos antes que los tuyos.
Procuraste que tuviéramos la oportunidad de hacer deporte y que nos involucráramos en equipos de cualquier disciplina (mientras no fuera fútbol jajaja). Te convertiste en nuestra entrenadora y animadora muchas veces.
Te negaste noches de sueño para que mis hermanos llevaran a sus amigos de la Iglesia a hacer pijamadas en la casa y que tu sala se convirtiera en un salón repleto de colchones y bolsas de dormir. Un salón de disfrute para tus hijos.
Te entregaste en cuerpo y alma a tus hijos. Mojaste tu almohada en secreto, y fue Dios quien secó tus lágrimas.
Nunca he creído que tomaste el papel de padre, porque la verdad no creo que eso sea posible; lo que sí creo es que te convertiste en una súper mamá, y aún más que eso, en una súper mujer.
Nunca has dejado de correr por tus nietos y de vigilar que sus corazones no sean rotos.
No creo que seas perfecta, pero sí creo que sos la mejor mujer a la que Dios me hizo llamar mamá.
Cuando veo la mujer en la que te has convertido durante estos 6 meses que he estado ausente, no puedo hacer otra cosa mas que sentirme orgullosa de llamarte mamá.
Cada lágrima que has derramado en la presencia de Dios ha sido cambiada por bendición y esperanza. Has entendido que solamente en oración es que podés ganar batallas. Has entrado en el camino de aprender que el control de tu vida no está en lo que vos podés hacer sino en lo que dejás que Dios haga.
Has notado que cuando te sentís cansada es porque estás luchando en la forma incorrecta y con armas desafiladas.
Dios te ha dado más de lo que soñaste. Tenés una casa hermosa, en una montaña, un carro chiva, hijos profesionales y con trabajo, alimento diario, vestido diferente para cada día y sobretodo la oportunidad de tener más para poder dar a los demás.
Mamá, gracias por no rendirte conmigo. Gracias por luchar por mí, por secar mis lágrimas, por darme una visión de la vida diferente, gracias por discutir conmigo y hacerme ver que aún cuando vivimos bajo el mismo techo podemos pensar diferente, gracias por apreciar mi comida, gracias por cocinarme tantos años, gracias por dejarme vivir en tu casa, gracias por alcahuetear mis sueños, gracias por despertar en mí el gusto de conocer y viajar por el mundo, gracias por enseñarme la importancia de asistir a la Iglesia, por enseñarme con el ejemplo a buscar de Dios cada vez que se tenga la oportunidad, gracias por cuando sí me has entendido, gracias por cuando me has dicho que me amás, gracias por sentirte orgullosa de mis logros, gracias por defenderme cuando tenía la razón, gracias por regañarme y preocuparte por mí, gracias por buscar lo mejor para nosotros, gracias por viajar conmigo, gracias por haberme apoyado en este viaje. Gracias por ser mi mamá.

