¿Cuándo fué la última vez que estuviste en una sala de espera?
Sea un banco, un hospital, un parque, un centro comercial, un restaurante, una casa, un bus, o una frontera, es probable que no fué hace tanto. Alardeando un poco, en la última semana estuve en todos estos lugares, esperando, y me he dado cuenta que lo que todos tienen en común es que son ABURRIDOS. Obviamente, uno sabe que se va a aburrir, entonces lleva un libro o el celular, o mínimo se distrae mirando a las otras personas que también esperan contigo, pero llega el punto cuando tu paciencia se agota y desesperadamente quieres estar en cualquier otro lugar.
No soy la única que ha tenido que esperar, en la Biblia, Abraham esperó 25 años por Isaac, y nunca vió que su descendencia fuera multiplicada. Moisés esperó 40 años en Madián y 40 en el desierto, y nunca vió que su pueblo viviera en Canán. David vivió tres años en cuevas y grutas, esperando el día cuándo Dios cumpliera el pacto que tenía de hacerlo rey, pero nunca vió el templo que Dios le había prometido a su descendencia. Y así, todas las personas en la Biblia tuvieron fé en las promesas de Dios durante sus tiempos de espera, tiempos entre obras de Dios dónde Él se movía en sus corazones y amoldaba sus carácteres, haciendo que aumentara su fé.
Pero, mientras vivo en una sala de espera, aguardando que Dios se mueva, me es difícil tener fé porque Dios se demora, de menudo no veo sus propósitos, me distraen las cosas del mundo y no quiero nada más que ir y hacer cualquier cosa excepto esperar. De hecho, me es más fácil leer acerca de estas personas y pensar que ellos tenían ventaja sobre mí, pero esto no es verdad. Los héroes Bíblicos fueron personas igual que nosotros que tuvieron que aprender las lecciones difíciles de Dios para poder ver las maravillas de Dios. De la misma manera, pido que Dios me dé sabiduría para ver su propósito y gozo para disfrutar de la espera como un tiempo de crecimiento.
