Una de las cosas que aprendí en el campamento es una idea intensiva de comunidad basada en la iglesia primitiva, descrita por Lucas en el libro de Hechos;
Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles.Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos. (Lucas 2.43-47, RVR)
Mientras esta idea suena linda, no puedo imaginar qué significaría en práctica. Por ejemplo, mi cepillo de dientes no es mío, es de los creyentes, ¡blaugh! O tal vez peor, mi dinero no es mío, es de los creyentes. Este tipo de comunidad es descrita en Griego como κοιν?τητα (koinótita), mejor conocido como koinonía. Obviamente, esta koinonía una idea un tanto impráctica en la modernidad porque hay cerca de un billón de personas que se consideran creyentes y los tiempos han cambiado, pero el mismo Espíritu que vivió en ellos vive en nosotros, y es posible adaptar esta idea de comunidad, algo que estoy aprendiendo a efectuar.
Personalmente, la idea de estar con otras personas todo el tiempo es un tanto espeluznante, especialmente si debo trabajar con ellos. Lo confieso, prefiero trabajar a solas sin que nadie me acompañe, supervise, ni critique, pero esto no es el plan que Dios tiene para su iglesia. Dios quiere que su iglesia trabaje en equipo para exhortarse mutuamente y de esta manera avanzar el reino. Dios, pudiendo usar todo en el universo, decidió usar la koinonía entre personas para su plan. Un plan que es inherentemente relacional y tiene un tanto más de lógica que mi preferencia. Si a mi me gusta andar sola todo el tiempo, es probable que me lastime y muera desangrada porque no hay nadie que me ayude y me lleve al hospital. O si me gusta trabajar sola, nunca haré cosas que requieren más de una persona.
Por eso, también confieso que la koinonía es algo que estoy aprendiendo en el proceso de recaudación de fondos, la verdad es que no puedo sola, necesito que otros me apoyen. De esta manera, cada miembro de mi koinonía es no es sólo un miembro, sino un órgano vital porque cada miembro tiene una función. La mía es ir, tal vez la de otros orar, tal vez la de otros apoyar financieramente, tal vez la de otros animarme, no sé. Pero sí sé que estoy muy agradecida por mi koinonía.
