Estoy sentada en mi cama un sábado a las 6:00 am de la mañana escribiendo este post… training camp, tú eres el responsable de todo esto! has arruinado mis horarios de sueño.

Hace exactamente una semana atrás estaba a estas horas volando hacia Atlanta. Era consciente que la espera de  más de un año había terminado y que finalmente estaba camino al local de Adventures in Missions, rumbo a una semana de capacitación intensiva (hasta ese momento no tenia ningún tipo de detalle, gracias racers por no revelar los secretos). Era consciente de ciertos hechos que obviamente ocurrirían, pero jamás podría haberme imaginado o preparado para lo que viví esa semana.

Podría escribir muchas páginas describiendo cada día de mi entrenamiento. 8 días que se sintieron como 8 horas y 8 años al mismo tiempo. Tengo unas ganas de empezar a contarles todas las travesías por las que pasé, los desafíos físicos que logre vencer, las comidas que probé en tan pequeñas proporciones (gracias mami por darme barras de cereal para el camino)… pero no lo haré porque sé que algunas personas que están leyendo esto harán en el futuro el mismo entrenamiento y luego irán a World Race, así que no les arruinaré la experiencia. Si desean saber más pueden chantajearme con un postrecito y con gusto compartiré todas las verdades.

También quisiera poder describir al detalle esta semana de intimidad con Dios: escuchar su voz susurrándome al oído, haciéndome entender cosas de su naturaleza y trinidad que nunca había logrado terminar de comprender, o mejor dicho, creer. Una semana donde Dios me curó, me restauró, me fortaleció, me abrazó y me recordó sus promesas y lo mucho que me ama. Me dio la valentía y pasión que necesito para dejar todo por 11 meses para ir a lo desconocido, incierto y  peligroso. La verdad es que lo he intentado y lo he escrito… pero terminé sacando de este post varios párrafos que quedarán archivados en la intimidad de mi carpeta de archivos World Race.

Hay algo que si puedo compartir hoy:

Me voy en 9 semanas, pero ya no quiero irme.

Hasta antes del training camp estaba como un resorte de emociones e ilusiones. Mis días los dedicaba básicamente a: Contar los días para mi partida, desarrollar en mi mente la película de un “día ideal en mi world race”, hacer deshacer y rehacer mi lista de cosas por comprar, leer blogs de los racers  que están ahorita por el mundo, hablar por whatsapp con los extraños que se convertirán en mi familia, etc., etc., etc. Mi mente y conversaciones giraban en torno a mi viaje y el próximo año. Ok, esta semana también ha sido algo así, mis amigas del trabajo no me dejarán mentir. Pero ahora es distinto, porque aunque mi pasión, alegría, seguridad, paz, emoción y todo lo demás se han incrementado en un 500% durante esta semana de entrenamiento, Dios ha hecho que mi perspectiva de las cosas y tiempos cambien. Esto es lo que ahora hay en mi corazón…

1) Ya no quiero irme: Este presente es hermoso y lo voy a vivir al máximo.

“No añores el futuro. Durante este periodo de tiempo estate presente en casa y disfruta cada segundo.” Ese es uno de los consejos más sabios y prácticos que recibí de un ex-racer en la semana. El nos dijo que si aprendemos a vivir disfrutando el presente aquí en nuestras casas, también lo haremos el próximo año. Soñar con el futuro es algo que me persigue desde siempre. En primaria ya quería secu. En la secu no podía dejar de soñar en la universidad, en la universidad ya no me aguantaba por trabajar, ahora que trabajo quiero mi World Race… basta!!! No quiero pasar el próximo año deseando que llegue el 2016. Y tampoco quiero cometer el tonto error de vivir añorando el futuro cuando el presente que Dios me ha regalo es tan hermoso, especial y único. El racer nos dio un ejercicio que he aplicado toda la semana y me fascina. Cada día debo escoger mi cereza del helado: que sorpresa tenía Dios para mí el día de hoy? Responderme esta pregunta cada noche me ha permitido reconocer los bellos y cotidianos regalos de Dios: un abrazo de un alumno, un pajarito cantando en la mañana, un postrecito que cae de sorpresa en mi escritorio la mañanita del viernes. Dios me engríe cada día de una u otra manera, así que ahora quiero que cada día pase lentito para poder saborearlo, disfrutarlo y agradecerlo.

2) Ya no quiero irme: En este tiempo Dios me está transformando y equipando.

“World race no te cambia, Dios es el que lo hace”. Hasta hace dos semanas creía entender el tipo de trabajo que realizare el próximo año. Pero en la semana de entrenamiento me di cuenta que no había comprendido la magnitud de la situación: Dios me va a utilizar para enviar paz y salvación a personas que se están muriendo, literalmente. Sida, depresión, aislamiento, abandono, hambre, enfermedad, terror… estaré cara a cara con personas que han perdido las fuerzas y ganas de seguir viviendo, y con personas que jamás las han tenido. Yo “sabia” esto, pero la semana pasada lo comprendí. Lo maravilloso es que con la responsabilidad y carga que todo esto implica, Dios también me dice: “bástate de mi gracia, solo de mi depende”. Esa misma semana hubiese renunciado si es que tuviese que viajar y pretender querer ayudar a esas personas con mis fuerzas y capacidades. No hay forma, me quedo en Lima.

Pero no voy sola, y no depende de mí. Dios me recordó en esta semana lo hermoso que es ser barro en sus manos. Dejar que Él, alfarero por excelencia, me moldee a su gusto, y me llene de su amor y poder. Un vaso repleto de Él. Solo así se puede hacer el World Race, porque no se trata de lo que yo haré, sino de lo que Él hará a través de mí. Este tiempo lo estoy dedicando a eso, a dejar que me hable, me moldee, me prepare y equipe. Que cada día pase lentito para poder tener mucho tiempo contigo, mi Dios.

3) Ya no quiero irme: Es el tiempo de disfrutar con los amo, despedirme de ellos, prepararme para dejarlos aquí y no llevarlos conmigo en la mochila.

 “Prepárate para estar 100% ausente”. No pasaré el 2015 llorando mis penas y extrañando mi vida en Perú. No pasaré el 2015 pegada facebook chateando con ustedes. No pasaré el 2015 whatsapeando. No pasaré el 2015 imaginando lo que estarán haciendo en Lima. No los llevaré en mi mochila, solo así podré estar 100% presente en el lugar en el que Dios me quiere, y podré cumplir con la misión que me encomendó. Por eso es que ahora quiero que cada día pase lentito, para poder tener tiempo suficiente para disfrutar de mi casita, mis amigos, mis alumnos, mi ducha caliente… hacer cosas bellas y no quedarme con las ganas de nada, y así, cuando llegue la hora, estaré lista para estar 100% ausente.

4) Ya no quiero irme: Es el tiempo para empezar a hacer lo que quiero hacer el próximo año.

Último consejo útil que compartiré: “Si no lo haces ahora, no lo harás el próximo año”. PUM!! cuando lo escuché me dio directo al corazón. Cuantas veces me he atrapado diciéndome a mí misma “el próximo año empezare a hacer eso… el próximo año podré hacer tal cosa”. Que cada día pase lentito, para poder trabajar en todas esas metas, desafíos y costumbres que pretendía recién empezar o terminar el próximo año. Si no lo hago en estas 9 semanas, no lo haré en el World Race.

 

Aclaremos algo, esta semana ha sido igual de agotadora, cansada, difícil y atolondrada que las anteriores al training camp. Y han habido momentos, y muchos, en los que no he seguido estos consejos… por eso les pido que me ayuden a orar por este tiempo de preparación. 9 semanas que volarán como el viento y son claves para mi 2015. Si pudiesen orar por mi para que Dios me de la voluntad y fuerzas para seguir estos 4 pasos se los agradeceré hasta el infinito y mas allá 🙂 !!!

Dejaré de escribir contra mi voluntad porque sé que ya rompí con los límites de tamaño un blog aceptable, lo siento lectores.

*Siendo la 1:49 am del domingo, cierro este post. Training camp…. que le has hecho a mis horarios de sueño?! Volveré  a ser capaz de dormir como lirón en algún momento de mi vida??!!