(Esta primera parte fue escrita en las filipinas en un orfanato en el mes de enero)
Hoy, cambié pañales, le di pacha a los niños que estaban llorando, bañé un niño, conforte a una niña que se despertó asustada y yo sola, cuidé 9 niños durante toda la noche. Este mes, nos levantamos a las 5:30 de la mañana para bañar, vestir, dar de comer y dejar los niños más grandes a la escuela. Barrimos la casa, lavé ropa y trastes, limpié mesas y baños. Recogimos los niños tres veces al día, jugamos con ellos, comimos con ellos, les leí la Biblia, dimos enseñanzas de la Biblia y en las noches, bañamos las niñas y las alistamos para dormir. Cuando se metieron en sus camitas, les cante canciones, oré por ellas y les di besitos. Aunque todo los días estuvimos cansadas, no hubiera querido estar en otro lugar esté mes. Era bien difícil por que los niños querían atención en todas horas – pues fueron abandonados o abusados y quieren ser adoptados – desafortunadamente no tenemos la capacidad de darles toda la atención que los 35 requieren. Solamente somos 6 mujeres viviendo con ellos. 
Siempre supe que mi mami era una mujer extraordinaria. Estando aquí, me di más cuenta de todo lo que una mamá hace por sus hijos. Siempre supe que era difícil. Siempre supe que mi mamá sacrifico mucho por nosotros. Es por, primeramente Dios, que pudimos salir adelante, pero si no fuera por la obediencia y el amor que mi mamá tiene al Señor, no estuviera en este lugar de mi vida.
Mami, gracias por todo lo que haz echo por mi.
Gracias por cambiar mis pañales cuando era chiquita.
Gracias por vestirme cuando no pude.
Gracias por trabajar tan lejos solo para darnos de comer y proveer por nosotros.
Gracias por todos los abrazos y besos.
Gracias por enseñarme a amarar mis zapatos y enseñarme como caminar.
Gracias por disciplinarme.
Gracias por escucharme cuando no sabia que hacer o sentir.
Gracias por darme consejos.
Gracias por ser paciente conmigo.
Gracias por tener interés en mi vida.
Gracias por amarme aunque los doctores pensaron que iba tener problemas cerebral. 
Gracias por cuidarme y estar pendiente de mi cada paso de mi vida. 
Gracias por creer en mi.
Es por ti que yo conocí al Señor.
Es por ti que termine mi educación y tengo el titulo de trabajadora social (y pienso a seguir en mis estudios). 
Por tener un corazón grande, yo conocí que es amar a la gente y tener compasión.
Porque eres una líder, una mujer de influencia, una mujer que discípula a otras mujeres, yo quisiera por lo menos ser la mitad de la persona que tu eres. Seria un privilegio si pudiera llegar a ese punto.
Por ti, yo se que es ser honesta, caminar con mi cabeza alta, como respetar me a mi misma, hablar con entendimiento, como escuchar a la gente y tener sabiduría.
Mami, yo podría darte una larga lista de razones en lo cual te doy gracias por ser la mujer que eres. En este día, quiero que sepas cuanto te aprecio. Aunque escribí la primera parte hace 4 meses atrás, hoy tengo hasta más amor y más respeto por la mamá que haz sido por mi. 
Mami, aunque no estoy contigo en éste día de las madres, te mando todo mi amor, agradecimiento, mil abrazos y besitos. ¡Te extraño muchísimo! Siempre estoy pensando en ti. ¡No puedo esperar para abrazarte otra vez! 
Te extraño y te amo. 
Tu hija,
Sarita 🙂