“Melissa the Missionary”. Something I never thought I would ever hear. I wanted to do ministry that was comfortable. Ministry that I could easily navigate in. Ministry that would stretch me in ways that I wanted to be stretched. But, God has me here. A place that not only did I never think I would be, but a place that I never wanted to be in.
For many years, I was secretly bitter towards missionaries and their work. Mainly international missionary work. Being from the U.S, I would sense that there were vast amounts of “we need to help everyone” syndromes. I felt like people in the U.S thought they were the only ones to have all the resources and answers to help others in different countries. I felt like people around me that would go on missions trips would go, post pictures of themselves with children from the third world countries, and come back. Maybe one of the main reasons why it bothered me was because my family is from a third world country.
When the Lord called me to the Race, I was hesitant, because I wasn’t sure how my heart would be. But as this journey continued, God has been removing certain things within me to better help me on this missions journey.
Don’t judge a missionary based on their profile picture.
I realized that every single time I saw someone post a picture of themselves with a street kid, it would get me upset. I felt like they just went for the picture. Well, that all changed when I got to Peru. I’ve met children that have completely captured my heart and I just want to share their beautiful faces with the world. Not to boast, at all. But to show off how pure and beautiful the works of God’s hands are. That it doesn’t matter what their social status is, their smiles are still so bright and their laugh is so powerful. I’ve journeyed with these children. Not just children, but young people and adults. Leaving them all will undoubtedly be incredibly hard. So the next time you see a profile picture with missionary and a street kid, instead of letting it get you upset, ask them their story. I’m almost positive that there’s something worth telling there.
Don’t assume that you would be able
to do it better than they did.
Being that I’ve been to see my family in Guatemala so many times, I walked into this trip thinking, “surely I will have a better understanding of (fill in the blank) because of my background”. How incredibly prideful and ignorant of me. When I came to Trujillo, Peru, yes, it looked similar to where my family is lives, HOWEVER, missions works is way more than just location. It’s way more than just street smarts. It’s way more than just “experience”. It’s a Kingdom Journey in which you will be serving. Serving in whichever way you are needed to serve. I had no right to think that just because I had an apparently appropriate amount of experience outside of the U.S that I would “do a better job”. It’s not my right to dictate who is called to what, especially if it’s on the basis of their abilities or experience.
God calls. We answer. He equips. The rest of us, cover each other in prayer.
All of this to say, God has me laying on the operation table and He’s dissecting my heart, mind, body and soul piece by piece. I’m not ashamed to talk about these things because I feel like I might not be the only one that might have felt this way. I feel like now I am walking in freedom from a lot of this, but it didn’t happen from one second to the next, and it certainly didn’t start until I surrendered it to the Lord.
These are things that were holding me back from doing what God is having me do now. Had I not let these things go, I wouldn’t be sitting here writing this blog in Trujillo, Peru.
Are there things in your life that are stopping you from answering to God’s call? Maybe it looks like the bitter judgments and thoughts I had towards missionaries? Or maybe it looks completely different! Ask the Holy Spirit to reveal those things to you.
God wants you to walk in freedom toward the purpose He has for your life.
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“Melissa la Misionera”. Algo que nunca pensé escuchar. Yo quería trabajar en un ministerio cómodo. Un ministerio que podría manejar fácilmente. Un ministerio en donde yo pudiera crecer agradablemente. Pero, Dios me tiene aquí. En un lugar que no solamente pensé que no estaría, sino también un lugar que no quería estar.
Por muchos años, yo tenía una imagen equivocada en contra de los misioneros y obras misioneras. Mayormente obras misioneras que los Estados Unidos realizaban en los paises pobres. Sentía que las personas de los Estados Unidos pensaban que ellos eran los únicos que tenían los recursos y respuestas para los necesitados en diferentes países. Sentía que las personas que lo hacían, iban a viajes misioneros a países del tercer mundo, solo a tomarse fotos con los niños de la calle, y regresaban a enseñarlas, como para que los admiraran. Quizá una de las razones más grandes, por lo que yo veía las cosas de esta manera, fue porque mi familia es de unos de eso países.
Cuando el Señor me llamó al World Race, estaba dudadosa. No estaba segura de como estubiera mi corazón. Pero mientras esta jornada seguía, Dios ha Estado removiendo ciertas cosas dentro de mi para ayudarme en esta jornada misionera.
Dios le decía a mí corazón:
“No juzeges al misionero por la foto que pone en su perfíl”.
Cada vez que un misionero subía una foto con un niño de la calle, me molestaba. Sentía que solo habían el viaje para tomarse la foto. Pero, todo eso cambió cuando Dios me llamó. Cuando llegué a Perú. Conocí a niños que han capturado mi corazón completamente. Y ahora solo quiero mostrar sus caritas Bellas a todo el mundo. No en una foto, pero para simplemente mostrarle al mundo la pureza y belleza de las creaciones de las manos de Dios. Que no importando el estatus social, sus sonrisas siguen brillando fuertemente. He podido caminar con estos niños. Y no solamente los niños, pero jóvenes y adultos también. Cuando llegue la hora de dejarlos, será algo sumamente dificil.
Entonces, la próxima vez que veas a un misionero subir una foto con un niño de la calle, en vez de que le moleste, pregúnteles sobre su historia. Les aseguro que hay algo poderoso que contar.
No asuman que lo pueden hacer mejor
que ellos lo están haciendo.
Por el hecho que he podido ir a Guatemala a visitar a mi familia varias veces, inicié este viaje pensando, “seguramente yo voy a tener mejor entendimiento de cómo son las cosas en estos países. ¡Qué equivocada estaba! Cuando llegué a Trujillo, aunque el ambiente es similar a donde mi familia vive en Guatemala, no fue lo mismo, al enfrentar los retos que estas personas viven, ahora que ya estoy mayor, puedo ver con otros ojos, las necesidades a las que estas personas se enfrentan. La obra misionera va más allá del lugar donde uno está, va más allá de andar predicando en las calles, va más allá de tener una experiencia personal, es establecer el reino de Dios en la tierra, donde quiera que estemos. No se trataba de que yo por mis raíces podía hacer un mejor trabajo, que mis compañeras, porque ellas no tenían ni la menor idea de lo que iban a ver (algunas de ellas no habían salido del pueblo done habían crecido). Yo no tenía el derecho de pensar que yo sí lo iba hacer mejor que ellas,basado en mi experiencia y en mis habilidades.
Dios llama. Uno responde. El equipa. Y los demás debemos cubrir a los llamados con oración.
Con todo esto quiero decir que Dios me tiene sobre una mesa de operaciones. El está disectando mi corazón, mente, Cuerpo, y alma. Pedazo por pedazo. No estoy avergonzda de compartir estas cosas, porque siento que no soy la única que ha sentido estos sentimientos. Ahora siento que estoy camindando en libertad. Pero eso si, no fue de un segundo al otro. Empezó Cuando yo rendí estos pensamientos al Señor.
Estas cosas estaban impidiendo que yo hiciera lo que Dios me está permitiendo hacer ahora. Si no hubiera soltado estas cosas, no estubiera sentada escribiendo esto en Trujillo, Peru.
¿Habrán cosas en su vida que le están impidiendo responder al llamado de Dios? Quizás son pensamientos de amargura como yo los tenía en contra de los misioneros, o quizás es algo completamente diferente! Pregúntele al Espíritu Santo que Él revele esas cosas a su mente y en su corazón.
Dios quiere que camine en libertad hacia el propósito que Él tiene para su vida.
