Mi lugar favorito en Guatemala es el Hospital de Obras Sociales del Hermano Pedro.  En este lugar atienden a ancianos, adultos, jóvenes, niños y bebes con diferentes discapacidades. Para ser mas exacta, el lugar que más disfruto es el área de los niños que tienen parálisis total. La verdad es que yo no sé exactamente lo que tienen, nunca he querido preguntar, no es algo relevante para mi. La gran mayoría no puede hablar, ninguno camina, y tampoco tienen control de sus brazos, es la escena más triste que puedan ver. Lo pero es que sabemos que son niños que han sido abandonados, niños que son rechazados y olvidados.  

  

Hace un año Dios me llevo a este lugar por primera vez y por una semana llore cada vez que llegaba. No entendía por qué Dios los tenía así, no entendía por qué Dios crearía a niños así, niños sin control de ellos mismos, estaba enojada, me sentía impotente al no poder hacer nada y al no poder comunicarme con ellos. Con el pasar de los días fui viendo como, a pesar de que yo los miraba con defectos, Dios los miraba perfectos.  

 

Carlos, Angel, Kimberly, Santos y muchos mas se robaron mi corazón por muchas razones diferentes y esto es lo que quiero que quede en sus corazones. Estos son niños que nunca han cometido pecado, lo que los hace perfectos a los ojos de Dios. Sin moverse y sin poder hablar transmiten amor puro, transmiten paz y sobretodo lo que Dios me enseña en sus miradas es a Jesús.  El amor que estos niños tiene por mi es el amor mas puro que se pueda experimentar, es el amor que me recuerda al amor de Dios, no importa cuantas veces fallemos El nos ama, no mira nuestras manchas y así es el amor de estos niños. Ellos me aman sin importar cuantas veces me equivoque. Yo voy allí a ayudarlos a darles amor, pero la verdad es que no importa que tan malo haya sido mi día, o mi semana o simplemente no me sienta feliz en ese momento, tan solo llegar allí y visitarlos le da un giro de 180 grados a mi día y me llena de amor.  

 

Santos tiene 7 años pero se mira como un niño de 2 años, es super chiquito y es super tierno. No puede hacer nada mas que sacar la lengua y hacer algunos ruidos, así que cuando voy a visitar siempre procuro darle su pacha y cargarlo en mis brazos por un tiempo, me gusta cargarlo  para poderle ver a los ojos y ver todo lo que Dios me quiere mostrar a través de este angelito.  

 

Carlos, Carlos es mi hijo, así lo siento en mi corazón. Puedo pasar horas y horas con el, simplemente tomando su mano y dándole una vuelta en su silla de ruedas. A Carlos le encanta tomar mi mano y siempre que me ve sonríe y se ríe, yo le hablo y le hablo y aunque el no me puede contestar yo se que me entiende, paso oras orando por el, bendiciendo su vida, también le canto ya que eso le gusta mucho. Carlos ha vivido en el hospital desde los 2 años, ahora tiene 10, y fue totalmente abandonado por su mamá hace 5 años. Carlos me llena de amor así como yo trato de hacerlo con el, no necesito de sus palabras para saber que el amor es mutuo.  

 

La semana pasada pasó algo increíble, Carlos me habló por primera vez. Carlos comenzó hace 1 mes con terapia del habla y la primer palabra que me dijo fue mama, era la primera vez que escuchaba su voz y me lleno de lágrimas y de orgullo. Carlos me enseño a amar sin prejuicios y que sin importar la enfermedad el amor es amor.  

 

Muchas personas llegan al hospital y ven todas las cosas que están mal, toda la tristeza; pero yo he aprendido que Dios lo que quiere que veamos es que el ama sin prejuicios, que El no hace diferencias, ni rechaza al enfermo; es mas, a través de ellos es como nos muestra el amor mas puro y sincero.  

 

La próxima vez que veamos a alguien con alguna discapacidad física o alguna enfermedad, no miremos lo imperfectos que son a nuestros ojos, veamos lo perfectos que son ante los ojos de Dios y el amor que ellos tienen para dar.