Desde que apliqué al programa World Race, ya sabía que una de las partes para poder ir, era y es que tengo que levantar soporte económico. Y dejame decirte que esta no es para nada la parte fácil de esta aventura en Cristo.

Cuando te dicen que tenés que levantar un soporte de más de $15.500, uno de cierta forma se asusta, y empieza a pensar en todas la cosas que podés hacer para alcanzar tu meta.

Pero en realidad, esto de levantar soporte requiere prepararse para ser aniquilado por el poder de Dios. No soy literal, así de que vas a morir físicamente, pero sí lo hablo de una manera emocional y espiritual.

Durante este tiempo de levantamiento de fondos (que todavía no acaba…), Dios ha tenido que trabajar en mi vida, en diferentes aspectos, e inclusive puede que no de la forma más bonita:

Miedos

Caminar en fe, es lo mejor que le puede pasar a una persona que se entrega totalmente a Cristo, pero no es sencillo. Por naturaleza le tenemos miedo a lo desconocido y constantemente nos preguntamos ¿Y si no funciona? ¿Y si me dicen que no? ¿Y si no logro levantar todo el soporte que necesito?

El miedo empieza a paralizarte, a decirte que no se va a poder y empieza a limitar el poder de Dios en tu vida. Cuando te das cuenta, no das un solo paso por el miedo a lo que pueda o no pueda pasar. Empezás a pensar que este asunto de levantar soporte es trabajo tuyo y depende de tus fuerzas, cuando en realidad quien te trajo hasta acá fue Jesús, él fue quien te llamó, y creeme que Dios no deja tirado a nadie en el camino. El llegar lejos (hasta donde Dios lo tiene establecido) depende de tu dependencia en Dios.

Cristo sorprende cuando se deja que él ingrese a trabajar. No sé qué nos creemos cuando pensamos que las cosas suceden porque nosotros así lo queremos. Dios es quien decide qué pasa y qué no, el verlo depende de qué tanto decidás abrir tus ojos a los milagros.

No permitás que tus miedos, o los miedos de otros definan lo que vaya a pasar en tu vida de ahora en adelante. No estás obligado a hacer lo que el miedo te dicte a hacer.

Vergüenza

Ishhhhh!!!!! ¿A quién le gusta pedir dinero? Y no me refiero a pedir dinero prestado, me refiero a que “te lo regalen” ¡A nadie!

Y es justo en esa afirmación donde nos equivocamos, pensamos que esto es para mí, para que yo viaje, para que yo sirva, para que yo ayude, para que yo…para que yo…

No se trata de vos, se trata del propósito de Dios siendo ejecutado por medio de tu vida hacia aquellos que deben de unirse al propósito de Cristo. Dios te eligió a vos, pero eso no quiere decir que el soporte sea para vos, esto se trata de trabajar juntos (tanto quien va, como quien da) para que el reino de Dios sea manifestado hasta lo último de la tierra.

Y cuando empezás a creer esta verdad, es que entendés que no estás pidiendo dinero regalado, lo que estás haciendo es externando el deseo del Padre para que otros aporten a la expansión del evangelio de Cristo. Y he llegado a creer que avergonzarte del proceso, es similar a avergonzarte de la meta, recuerdo ahora el pasaje Romanos 1:16 que dice “porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree…”

Te digo (porque me ha pasado), que si dejás la pena de lado, te vas a dar cuenta que inclusive el pedir soporte puede hacer que personas que no conocen de Cristo se empiecen a interesar en tu proyecto, y Dios empezará a actuar en sus corazones, de maneras que hasta vas a salir bendecido.

Sacrificios

Justo en este momento lo estoy viviendo, el reunirte con las personas, llamar a las personas, cocinar repostería, pensar en ideas creativas, mandar correos; todo para levantar el soporte, requiere tiempo.

¿Y sabés algo? Cuando tomás la decisión de irte de misiones transculturales, el día sigue teniendo 24 horas, tu trabajo sigue siendo de tiempo completo, las tiendas siguen teniendo los mismos horarios, el cuerpo se sigue cansando, en fin, el tiempo sigue siendo el mismo, pero ahora tenés prioridades diferentes.

Romanos 12:1 dice “Por eso, hermanos míos, ya que Dios es tan bueno con ustedes, les ruego que dediquen TODA su vida a servirle y a hacer TODO lo que a Él le agrada. Así es como se le debe adorar”

No es que ir al gimnasio esté mal, que salir con los amigos sea malo, que ir a trabajar no debe hacerse o que ir a hacer los mandados sea del diablo… NO. Lo que sucede es que ahora, hay algo importante que hacer, algo que agrada a Dios, y es sacar el tiempo para hacer que su propósito se cumpla en tu vida.

Ansiedad y Preocupación

Esta parte va como ligada a la primera de los miedos. El desconocer lo que va a pasar, provoca ansiedad y una preocupación constante, lo que le impide a uno disfrutar de lo que está sucediendo, aun cuando estés sonriendo.

Hay momentos, en los que se reciben noticias tan chivas, como que alguien decide empezar a orar por tu proyecto, como que una iglesia te va a aportar “x” cantidad de dinero, o que un hermano en la fe te va a apoyar mensualmente con $”x”; pero tu mente está pensando… “me falta un montón de dinero”, “tengo que hacer 80 galletas para vender”, “tengo que hacer la preventa de las camisas de Fund the Nations para mandarlas a pedir”, “tengo que llamar a José para reunirme con él”…

Pero Dios te dice: “¡ALTO AHÍ! Esto es mío, yo me encargo; disfrute de la bendición que le estoy entregando HOY”

Debemos de volver nuestra cara a lo que se nos está presentando, al milagro que Dios está haciéndote ver en este momento. Se trata de una meta, sí; pero también se trata de un proceso que te lleva allí, y hay que pasarla bien mientras se llega al punto final.

Día a día me digo a misma: “enfóquese en los detalles y deje que Dios actúe en los demás y en usted, para que así pueda llegar a cumplir el propósito que se le entregó hace años”.

Control de mi vida

¡BOOOOOMMMMM! Ahí es donde Dios ha tenido que destruirme por completo, y todavía falta.

Me ha costado entender que yo no soy la que pongo un SÍ en la boca y corazón de las personas, que no soy yo quien digo cuánto van a aportar al proyecto, que no soy yo quien sabe qué es lo mejor que debe hacerse, que no soy yo quien sostiene mi corazón y mis emociones.

El depender de la voluntad del Padre, hace que las cosas salgan de la mejor manera, pero… YO QUIERO HACER ALGO. Jejeje, no me imagino a Dios haciéndome una cara de “pobre Gabi, déjeme trabajar a mí”

Dios no ocupa nuestra ayuda, ocupa nuestra dependencia en él, sólo eso; un corazón dispuesto a servirle.

Dios no es desordenado, él maneja un plan perfecto y feliz  para la vida de cada uno de nosotros. Mirá en Jeremías 29:11 “Mis planes para ustedes solamente yo los sé, y no son para su mal, sino para su bien. Voy a darles un futuro lleno de bienestar”

Es decir, por más que usted quiera meter las manos, la cabeza o los pies en trazar los planes de Dios, lo único que va a estar haciendo es gastando su tiempo. Déjese llevar por la voluntad del Padre, trabaje por visualizarla y así ejecutarla.

Proverbios 16:1-4ª nos hace saber que “El hombre propone y Dios dispone. Todo el mundo cree hacer lo mejor, pero Dios juzga las intenciones. Deja en manos de Dios todo lo que haces, y tus proyectos se harán realidad. Todo lo que Dios hace tiene un propósito…”

 

Al final, no se trata de tu propósito, se trata del propósito de Cristo. No perdás la oportunidad de ser un instrumento de Dios, por las cosas que podás estar cargando a hoy en tu vida. Lo que Dios planea para tu vida es mucho más grande de lo que ahora estás viendo.

Yo decidí creerle… ¿y vos?

Con amor,

Gabi

Costa Rica